El daño sigiloso en el contexto laboral.
Acostumbro a hablar en las sesiones con equipos del cuidado que hay que tener en no crear ovejas negras y chivos expiatorios. Estas figuras forman parte del inconsciente colectivo y suelen activarse más fácilmente de lo que pensamos en los grupos, estableciendo exclusiones.
Solemos imaginar que el mobbing es algo aparatoso y notorio, y a quien lo ejerce con cara de sadismo, cuando realmente suele producirse de manera sigilosa. Se va a por alguien, sin anunciarlo a bombo y platillo, comenzando por rascar un poquito y avanzando. A veces quien lo ejerce, no es consciente de que está proyectando su agresividad en otra persona, no reconoce esa parte de si misma que tiene muy negada. Precisamente por esta negación, se le escapa de la perspectiva y es complicado revisarse.
Una cosa es la crítica o el feedback negativo, que es necesario aprender a dar y recibir con transparencia, si queremos trabajar con otras personas, y otra bien distinta «quemar la hierba alrededor» hablando a las espaldas y mal de otra persona, dejando correr un rumores, culpar, comenzar a hacer el vacío, dejar de lado en determinadas situaciones o mandar indirectas, etc. Situaciones todas ellas, que hacen sentir confusión y extrañeza sobre lo que está pasando a quien lo sufre. Quien agrede en muchos casos, no quiere señalarse, lo que quiere es señalar, sabe jugar con los códigos de la ambigüedad.
Veo en los equipos movimientos de señalamientos a alguien muchas veces porque es diferente y tiene otra manera de ser y pertenecer, forma que se critica porque no es la ¿la tuya? ¿la mayoritaria? Un juicio que tiene como veredicto el castigo de la hostilidad. más o menos soterrada.
He oído en muchas ocasiones este año la expresión «no me gusta hablar mal, pero…» La he escuchado repetidas veces de la misma persona de un equipo, quien alaba sistemática a quien está en su sintonía, y deja en la invisibilidad y el vacío a quien no. En el primer caso todo se disculpa, y ensalza, en el segundo la tendencia es la crítica. Idealizar o demonizar son instrumentos manipulativos, subir al cielo o bajar al infierno señalan una intención, además de una falta de realidad.
El mobbing no sólo se hace de arriba a abajo, sino de abajo arriba, conozco personas en cargos de dirección que son hostigadas. También se da entre iguales. Es decir, lo hacemos las personas.
Todo el mundo podemos caer en castigar a quien no hace lo que queremos, o con quien competimos o quien nos defrauda o cuya diferencia nos remueve.
El bullying, el mobbing son estupendas herramientas proyectivas para quienes necesitan poner el mal fuera y sacudirse el propio.
Se hace mucho daño, así que merece poner la atención en revisar si estamos haciendo o contribuyendo a conductas de este tipo, antes de reaccionar evasivamente con «yo no».
Puede que no hayamos llegado a un grado de escalada que pueda llamarse mobbing, pero quizá estemos sembrando semillas de rechazo hacia otro ser humano, y todo eso agrede, duele y deja huella.
¿Nos revisamos?
Mucha tela que cortar…
A mí me han hecho oveja negra por dejar de tener una implicación intensa con la empresa y considero que la persona que dentro de un grupo cambia (con todo su derecho a cambiar) es castigada por dicho grupo.
También he hecho oveja negra o lo he intentado con todas mis fuerzas como un ataque defensivo cuando otras personas, iguales dentro de la empresa, me han hecho daño a mí o a mi grupo delante de la directiva y han conseguido que esta directiva me rechace.
A veces ese daño se hace a personas que resaltan y que por lo tanto son competencia y van a dejar en evidencia que no somos tan buenas profesionales como estaban creyendo. Suele pasar con nuevas incorporaciones a la empresa.