El término ágil, surge en una reunión que tuvo lugar en Snowbird, Utah, en febrero del año 2001. Diecisiete críticos expertos en metodologías o frameworks de trabajo de desarrollo de software acuñaron el término “Metodología Ágil” para definir aquellas metodologías que surgían como alternativa a las metodologías tradicionales.
Para especificar las características que debía reunir una metodología para poder pertenecer a la categoría de “Ágil” se definieron una serie de postulados que conformaron lo que se conoce como “El Manifiesto Ágil” y que propone que:
- Los individuos y su interacción deben estar por encima de los procesos y las herramientas.
- El software o producto/servicio que funciona debe estar por encima de la documentación exhaustiva.
- La colaboración con el cliente debe estar por encima de la negociación contractual.
- La respuesta al cambio debe estar por encima del seguimiento estricto de un plan establecido.
Aunque estos postulados surjan del mundo del software, a lo largo de los años esta nueva mirada, que implica un cambio de mentalidad a la hora de enfrentar el trabajo en las organizaciones, va tocando a empresas y proyectos de otros sectores. Lo ágil implica un cambio donde se apuesta por pasar:
- De la jerarquía a la redarquía.
- Del trabajo individual a la participación en un equipo.
- De la planificación lineal a la iteración.
- Del pensamiento analítico a la actitud reflexiva.
- Del cliente pasivo al cliente activo.
- De la documentación escrita y laboriosa al visual thinking.
En los siguientes post seguiremos escribiendo sobre agilismo y empresa¡ No te los pierdas!