Apostar por lo que deseas, no lleva implícito que lo vas a conseguir. Requiere valor y tiene sus precios. No hacerlo, también.
Nuria GC.
A veces escucho la frase «seguro que lo voy a conseguir porque es mi deseo» y me quedo pensando en dones adivinatorios, que en 18 años acompañando a empresas, no he desarrollado.
Aplaudiendo que la gente apueste por lo que quiere, expresiones así me parecen “frases hechas” a las que le faltan tierra. Porque apostar es una cosa y conseguir otra, y aun estando muy cerca, la primera no lleva inexorablemente a la segunda.
No siempre las cosas son como deseamos, no sólo por desear ocurren las cosas. Hay que apostar una vez y otra, y currar mucho para que se vea la luz.
Pero sobre todo que cuando apuestas, no lo haces porque sepas a pies juntillas que vas conseguir lo que te propones, que tengas la meta “garantizada”, sino porque te merece la pena y decides poner tu energía en ello.
• Por un lado el camino será más enriquecedor, la vida es más rica y alegre vivirla desde lo que creemos. Y la alegría merece la pena tenerla como ingrediente en lo que hagamos.
• Por otro lado, puede que el camino no sea como imaginé, pero eso no significa que no sea valioso.
• Nada es perfecto, todos los caminos tienen sus altos y sus bajos. No hay camino ideal y para vivir los altos y los bajos de lo que no quieres, mejor hacerlo de lo que te interesa.
• Apostar da energía, renegar de ti y de tus preferencias no.
• Apostar no es sólo querer, es aprender, hacer, frustrarse, dudar, elegir, atinar y equivocarse, no es un camino lineal como una flecha.
• Apostar no sólo requiere deseo sino también practicidad, es estar en la tierra incluso para tolerar que no salga la apuesta.
• Sino apuestas es complicado llegar, la mayoría de caminos están hechos de muchos pasos pequeños, no son golpes de suerte sin más, sino construcción.
• La meta es importante, el camino también. Puede que a lo largo del mismo ganes cosas por las que no sabías merecía la pena apostar, y que te hubieras perdido de no haberlo iniciado.