A la mayoría de las personas se nos educa para trabajar para otras. Así que cuando te plantees emprender, bien porque te atraiga o porque las circunstancias te empujen,  es normal que no sepas por dónde comenzar. Emprender tiene claves propias. En este post te cuento una serie de consejos tanto si inicias tu aventura emprendedora, como si ya tienes una empresa en funcionamiento, qué quizá te puedan ayudarte.

  1. Eres el motor de lo que vayas a poner en marcha ¡Respétate!

Quien tiene que hacer funcionar tu negocio eres tú, así que busca en ti e intenta hacer algo que te motive. Vas a tener que impulsar y dedicarle muchas horas a tu proyecto, sacrificar tus gustos e intereses no tiene sentido, es mejor descubrirlos y desarrollarlos en pos de tu idea.

  1. Las prisas no son buenas consejeras.

Antes de decidir si montas o no tu negocio, te aconsejo que aprendas a darle forma y analizar si es viable.  Emprender es un proceso que comienza antes de funcionar de cara al público, si ese tiempo previo lo inviertes en investigar, podrás minimizar riesgos en el futuro y tomar decisiones de forma más rápida.

  1. Aprende a emprender.

No necesitas hacer un MBA, pero emprender implica un cambio de chip y necesita habilidades y conocimientos nuevos que te permitan tomar decisiones con criterio. En la mayoría de las ciudades y localidades hay programas formativos para el emprendimiento, y en internet muchos recursos, blog, libros, etc. ¡aprovéchalos!

  1. Déjate ayudar.

Cuando comenzamos en un área que desconocemos, necesitamos personas que nos acompañen señalándonos donde tenemos que poner la mirada y qué tenemos que analizar. Además, emprender es un proceso donde nuestras emociones suben y bajan, algunos días nos desanimamos y tiramos la toalla, y otros días nos comemos el mundo. A veces es difícil mantener la constancia, contar con un especialista que desde fuera nos impulse en este camino, nos ayuda a andarlo.

  1. No te mires el ombligo

Un negocio es fundamentalmente una relación donde tú ofreces algo a tus clientes, si tú eres importante, la otra pieza fundamental es tu clientela. Tienes que conocerla lo mejor posible, no te centres sólo en tu producto o servicio, para darle forma a tu negocio es fundamental que estudies a tus clientes y entiendas también el contexto donde te mueves: competencia, tendencias, etc. Hay que aprender a mirar el mundo que te rodea ¡los negocios parten de soluciones a necesidades y problemas que tiene nuestro entorno! No lo olvides.

  1. Emprender tiene método

Desde hace años se trabaja con metodologías ágiles que permiten que las personas que empiezan a emprender, vayan asumiendo retos poco a poco. Se trata de comenzar con propuestas enfocadas a un tipo de clientela y que impliquen soluciones básicas, con poca inversión. De esta manera, si vemos que funcionan escalamos en nuestro negocio procesualmente, y si nos equivocamos lo hacemos pronto y barato. Muchas de estas metodologías como “Lean Startup” por ejemplo, permiten ser mucho más realistas y comenzar con un buen enfoque.

Si tienes un negocio ya en marcha, son muchas cosas las que enfocar, pero toma nota de estos dos consejos que muchas veces no se contemplan:

  1. Aprende a parar cada cierto tiempo

Cuesta, pero es necesario: párate y reflexiona cada seis meses o una vez al año, y haz que te ayude alguien de fuera para conseguir tener perspectiva.  Las organizaciones que se mantienen en el tiempo son las que son capaces de aprender, de revisar su andadura y de adaptarse y cambiar cuando es necesario. El mundo cambia, tu empresa también, para hacer reajustes necesitas pararte, paradójicamente esa parada te ahorrará tiempo y recursos de cara al futuro.

  1. No te autoexplotes

No eres una máquina, existe la creencia que si tienes una iniciativa de autoempleo ya no tienes vida, ósea te vuelves esclavo de ti mismo o tu empresa.  Llevo años enseñando a trabajar menos para trabajar mejor. No somos mejores por echar muchas horas y estresarnos hasta morir, además no tener vida propia y familiar ¿te merece la pena? Es verdad que un negocio necesita mucha dedicación, pero si no aprendes a descansar y desconectar, tu capacidad, tu creatividad se verá mermada y rendirás menos. Así que la clave no está en exprimirte, sino en cuidarte y organizarte para trabajar en mejores condiciones. Aunque te cueste creerlo “menos a veces es más”.

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